sábado, 10 de febrero de 2007

Pegale vos, Tuzzio

Ya habían pasado los 95 minutos totales de juego. El equipo de Eduardo se aguanto todo jugando con 2 jugadores menos. Así, con inferioridad numérica pudieron haberlo ganado igual, pero no se dio. Eran 8 titanes y un arquero aguantándose a los 11 jugadores del equipo contrario. Allí, en la cancha, no solo se encontraban ellos, sino también el espíritu de todos los que se habían puesto esa camiseta, al igual que la mitad del estadio que a garganta seca no se cansaba de alentar a sus gladiadores. De un lado para el otro, corriendo, sacando energías de quien sabe donde, el equipo seguía atacando y defendiéndose. Si, parecía que ellos eran los que tenían dos jugadores más. Fernando, capitán del equipo, pedía la pelota, la aguantaba, tiraba los pases, mientras esperaba que el tiempo pase; era su manera de contagiar al resto de los jugadores. Y finalmente paso: Llego el empate, un glorioso empate con más sabor a derrota para el equipo contrario que a victoria por parte nuestra, ni con ventaja numérica lograban vencer. Y así llegaban los penales. Nervios, tensión y penales. Solo 5 de los 9 que quedaban vivos los disfrutarían. Y allí Eduardo fue corriendo a hablar con el director técnico de su equipo. “dejame pegarle” le pidió, y el técnico se negó alegando que ya tenia a sus seleccionados para ejecutar los tiros, como si fuese un acribillamiento. El que haga el penal será olvidado, pero el que lo erre será recordado como el culpable de la derrota, sin embargo, el que haga el ultimo penal, el que pueda indicar la victoria, será el héroe de la noche.

“Por favor dejame pegarle” le pidió devuelta. Eduardo, con sus 32 años, ahora parecía un chico de 16 años, desesperado por ser un héroe en la victoria de su equipo ante su más odiado rival, su archienemigo. Sin embargo, el técnico volvió a negarse, y le dijo que lo iba a poner 7mo para patear el penal. Cabizbaja, Eduardo se retiro, y junto con el se retiraba la ilusión de hacer un gol en esa posible victoria. Al ver la lista de los que pateaban se sintió un poco herido, para repasar: Primero le pegaba Paulo, autor del gol de empate, el correcaminos del equipo; luego Fernando, el capital; La sorpresa es que después le tocaba a Nicolás, un jugador sin tanta relevancia ni buena pegada, muy jovencito, ni siquiera titular, ¿Porque el si y Eduardo no? Seguramente para que gane mas confianza; Después le tocaba a Marco, que recién llegaba al club desde un equipo rosarino, ni siquiera sentía la camiseta como para saber lo que significa ese partido; Para que encima el quinto penal le pegue Diego, quien recién volvía al club habiendo salido campeón con otro el torneo pasado, ¿para que quería mas gloria? Encima el ultimo penal, el que significaba el gran festejo. Ni siquiera eso, sino que si luego de los cinco penales seguían empatados el sexto lo pateaba Danilo, quien se estuvo quejando y peleando con todos los jugadores contrarios durante todo el partido. Pobre Eduardo, el más jovato del equipo (aunque el prefiere decir que es el mas “experimentado”) viendo como los más jóvenes sin experiencia lo desplazaban.

En ese momento capaz se acordó de cuando había llegado a ese club, se había hecho amigo de Horacio quien también llegaba junto con el allí. Luego de problemas personales él debió irse del club, mientras que Horacio decidió quedarse aunque nunca lo dejaron jugar. Luego de 2 años lo llamaron para que vuelva, debía reemplazar a Julio, quien a pesar de estar un solo año en el club se transformo en figura. Con el pasar del tiempo Eduardo recobro el cariño de los hinchas y se fue transformando en una insignia del equipo actual, una fija. Aunque todavía no tuvo su momento de gloria y festejo, un momento donde la hinchada coree su apellido al unísono: “Tuzioooo, Tuziooooo”. Eduardo no nació en ese club, sin embargo tenía los colores pegados a su pie.

En la mitad de la cancha, algo deprimido pero apoyando a sus amigos, se encontraba él. Viendo pasar los penales uno a uno. Luego de los primeros 5 ambos quedaron empatados en 4 goles. ¿Podría ser?. Si, podía. Llego el turno del 7mo penal, se acerco Franzoia, le pegó, y atajo Juan Pablo. Ahora si, ahora era tu momento Eduardo. El momento que la hinchada grite tu nombre, el momento en que ibas a salir en las primeras planas de todos los diarios. Tu familia esta gritando por vos, tus amigos también, la gente que conociste en la infancia le decía a sus amigos “yo conocí a Eduardo”. Si, Edu, la selección te espera después de ese penal. Si, el hinchada iba a hacer una bandera enorme con tu cara y nadie se iba a acordar de lo que sucedió con Horacio. Eduardo, acomoda la pelota, corre hacia ella, pegale fuerte, intajable como sabes, a la derecha del arquero, arriba a la derecha, al ángulo.

Y ahí fue Eduardo, corriendo a la pelota, hacia la gloria, hacia la inmortalidad… y le pego a la pelota… bien fuerte… si... los camarografos le estaban sacando foto a la futura tapa del Olé.


Pero el travesaño se la devolvió.
PD: Si, pasó en serio
PD2: Tambien si, lo escribí para que esto no parezca un blog sentimental. Una nota futbolera hace que parezca mas machote.

2 comentarios:

azhelem dijo...

La verdad que ni lo quise leer porque no me gustar el fútbol.

mjalbarac dijo...

Es impresionante lo que escribiste. Te felicito. Emociona. Un gran abrazo!!